ECOLOCALIZACIÓN

 

El término de ecolocalización se refiere a una capacidad que los odontocetes que les permite localizar y discriminar objetos por las ondas acústicas de alta frecuencia de proyección y escuchar ecos. Los odontocetes ecolocalizan produciendo sonidos chasqueantes para así recibir e interpretar el eco resultante.

Las ondas acústicas viajan a través del agua a una velocidad cerca de 1.5 km/seg, lo cual es 4.5 veces mas rápido que el sonido que viaja a través del aire. Estas ondas acústicas rebotan en los objetos en el agua y regresan al delfín en forma de eco. El cerebro recibe las ondas acústicas en forma de impulsos nerviosos que retransmiten los mensajes del sonido y permiten al delfín interpretar los significados del sonido.

Debido a este complejo sistema de ecolocalización, los odontocetes pueden determinar el tamaño, forma, velocidad, distancia, dirección, e incluso  un poco de la estructura interna de los objetos en el agua.  

A pesar de la eficacia de la ecolocalización, los estudios muestran que un delfín con una vista pobre tarda más tiempo en ecolocalizar un objeto que un delfín usando la visión en tandem con la ecolocalización. Muchos detalles de la ecolocalización, aun no son completamente entendidos por lo que hoy en día sigue en investigación constante.

ECOLOCALIZACIÓN EN CETACEOS

Los cetáceos, al igual que otros vertebrados y algunos invertebrados, como por ejemplo las polillas (orden Lepidoptera), han desarrollado a lo largo de su evolución un sofisticado sistema sensorial denominado ecolocalización, consistente en la emisión de ondas sonoras en el agua que el animal termina recogiendo en forma de ecos y analizándolos en el cerebro.

La mayoría de las llamadas vulgarmente "ballenas con dientes" (suborden Odontoceti) presentan ecolocalización; principalmente delfines, orcas y calderones (familia Delphinidae), marsopas (familia Phocoenidae), cachalotes (familia Physeteriidae), delfines fluviales (familias: Iniidae, Platanistidae y Pontoporiidae), narvales y belugas (familia Monodontidae) y algunas de las llamadas "ballenas con barbas" (suborden Mysticeti), como los rorcuales (familia Balaenopteridae).

Los sonidos utilizados en la ecolocalización por estos mamíferos consisten en cortas emisiones de "clicks" agudos repetidos a diferentes frecuencias. Los "clicks" de baja frecuencia tienen un alto poder de penetración y pueden recorrer largas distancias; éstos son reflejados por estructuras y el animal puede obtener información de la topografía circundante. Por el contrario, para localizar presas cercanas emiten "clicks" de alta frecuencia, inaudible por los humanos. Por ejemplo, el delfín mular o delfín de nariz de botella (Tursiops truncatus), el cetáceo mejor estudiado, estrella indiscutible de los delfinarios, se sabe que emite "clicks" a frecuencias comprendidas entre los 15 y 130 KHz, mientras que la orca (Orcinus orca) emite "clicks" a una frecuencia media de 14 KHz.

 

Los "clicks", silbidos y "chillidos" de los cetáceos son producidos y modulados al hacer pasar aire a través del conducto respiratorio (que en estos animales está separado del tracto digestivo) y de los sacos aéreos asociados al mismo mientras el espiráculo permanece cerrado. La frecuencia de estos "clicks" es regulada por contracciones y relajaciones de la musculatura asociada al tracto respiratorio y a los sacos aéreos.

Los cetáceos producen una rica variedad de vocalizaciones de baja frecuencia y perfectamente audibles por los humanos, diferentes a los sonidos empleados en ecolocalización y que estos mamíferos utilizan para comunicarse entre ellos.

En cautividad, se ha observado que estos animales no producen ningún tipo de sonido fuerte debido a que el eco producido al chocar las ondas emitidas por el animal contra las paredes del acuario podría dañarle los oídos.

 

 

 

PRODUCCIóN DE SONIDOS

 Los delfines dependen ampliamente de la producción de sonido para navegar, comunicarse y cazar en aguas obscuras. Bajo estas condiciones la vista es de poca utilidad.

Las ballenas dentadas pueden producir sonidos para dos funciones: el comunicarse y la navegación. Un delfín nariz de botella puede comunicarse y navegar al mismo tiempo.

La laringe del odontocete no posee cuerdas vocales, pero los investigadores han teorizado que por lo menos una cierta producción de sonido viene de la laringe. Los primeros estudios sugirieron que  los silbidos eran generados de la laringe y los chasquidos en la región nasal.

Los delfines nariz de botella producen chasquidos y sonidos que se asemejan a rechinidos de puertas, gemidos y tronidos. Estos varían en volumen, longitud de onda y frecuencia y modelo.

La frecuencia de los sonidos producidos por un nariz de botella esta en los rangos de 0.25 a 150 khz. La frecuencia máxima de los chasquidos  de ecolocalización es de cerca de 100 khz, pero la frecuencia varia considerablemente con pruebas especificas de ecolocalización.

Los delfines necesitan comunicarse entre sí. Son muy capaces de imitar un gran número de sonidos que no acostumbran emitir. Los pequeños de esta especie aprenden verosímilmente la lengua. Reciben consignas por parte de los adultos, que comprenden, memorizan y aplican. Los adultos saben informarse entre sí acerca de la proximidad del peligro y sobre las tácticas apropiadas para enfrentarlo.

Diferentes tipos de sonidos que emiten los delfines:

 

 De momento, se han identificado tres tipos diferentes de sonidos: en primer lugar, unos pulsos cortos e intensos, conocidos como "clicks" y producidos en un tejido especial de la región nasal, que son los utilizados por el delfín para la ecolocalización (entre 40 y 150 hz) y la navegación con bajas intensidades de luz; el segundo tipo es una especie de ladrido que utilizan para comunicarse entre ellos; y el tercero es el típico sonido lastimero que se puede escuchar en los documentales (estos dos últimos sonidos suelen estar entre los 0.25 y 50 hz y algunos pueden ser percibidos por nuestro oido).

 

 Muchos de ellos no podemos oírlos, por lo cual los científicos suelen usar los llamados hidrófobos, micrófonos que registran sonidos de una amplia gama de frecuencias bajo el agua y que las amplifica para poder oírlas. La ecolocalización permite a los delfines determinar perfectamente la forma, velocidad, dirección y distancia de cualquier objeto de más de 5 ó 10 cm que esté situado a entre 5 y 200 metros de su cabeza. Por eso es una de las principales armas de navegación y de caza. Emiten un “clic” cada 50 a 128 microsegundos, que salen a una velocidad de unos 1.5 km por segundo (4.5 veces la velocidad de propagación del sonido en el aire) desde los sacos nasales y pasando a través del melón, cuya generosa capa de grasa es capaza de amplificar más su sonido antes de que salga en busca de rebote y vuelva a la cavidad de la mandíbula inferior para que la información acabe finalmente en el cerebro. (el sistema de ecolocalización de los delfines se considera un "sexto sentido", mucho más efectivo que la vista, sobretodo en condiciones de baja visibilidad, pueden llegar a formarse representaciones casi exactas de sus presas, parecidas a las provenientes de la vista, del objeto destino de sus "clicks").

 

 

 

 

Podemos resumir la ecolocalización de los delfines de la siguiente manera:

La ecolocalización del delfín en 3 pasos

 


Cuando observamos un objeto, lo que vemos es la luz que se refleja. Cuando los delfines "observan" un objeto mediante ecolocalización,
lo que hacen es escuchar los sonidos que este devuelve a partir de los crujidos o "clicks" emitidos por ellos. Las ondas sonoras
transmiten mucha más información que la luz a causa de que el sonido presenta una acción más interactiva con el medio. Mientras
que la luz mediante la absorción selectiva de una cierta longitud de onda produce diferentes colores, el sonido por el mismo
sistema proporciona imágenes tridimensionales. La textura, la estructura interna y el material del que un objeto está constituido
se combina para reproducir un eco determinado.


Se cree que su funcionamiento es el siguiente:
1- El animal produce sonidos internamente.
2- El órgano graso de la cabeza, el melón, enfoca estos sonidos en un eje  direccional.
3- Cuando estos sonidos se reflejan en algún obstáculo, los ecos portadores de información se reciben
en la cavidad interna
llena de grasa de la mandíbula inferior.

Cuando reciben un nuevo eco, determinan a que distancia y dirección provienen y una información más concreta como de que tipo
de objeto o animal se trata; depredador, presa u objeto inanimado