Tormentas electromagnéticas:
El 9 de abril de 1997, los medios informativos difundieron el aviso de una explosión ocurrida en el Sol y la alerta sobre una posible tormenta magnética que podría causar daños a instalaciones eléctricas e interrupción de las radio comunicaciones. El impacto de la actividad solar sobre el campo magnético de la Tierra fue reportado por primera vez por Carrington en 1857, quien estableció una relación entre una intensa ráfaga que observó en el Sol y perturbaciones en el campo magnético de la Tierra horas después. La energía de una ráfaga solar se emite, principalmente, en forma de radiación electromagnética y partículas de muy alta energía, pero asociadas a estas ráfagas (aunque a veces aún sin ellas) ocurren eyecciones de inmensas nubes de material de la corona solar que son lanzadas al espacio con velocidades de varios cientos de kilómetros por segundo. A estos fenómenos se les llama eyecciones de masa coronal o EMC.
Como el material solar está casi totalmente ionizado, su conductividad eléctrica es muy alta y al salir estas nubes transportan el campo magnético que se encuentra en su interior. Las nubes de gas magnetizado eyectadas en las EMC tardan entre 1 y 4 días en llegar a la Tierra y al llegar pueden producir alteraciones muy intensas de nuestro entorno magnético cuando la nube tiene un campo magnético en dirección adecuada para conectarse con el campo terrestre. Esta conexión conduce partículas del viento solar al interior de la magnetosfera. En las regiones aurorales, las partículas se precipitan sobre la atmósfera superior, guiadas por las líneas de campo que ahí penetran. Esta precipitación aumenta considerablemente la densidad de íones en la ionosfera. Durante la primera guerra mundial, fue identificado, por primera vez, un bloqueo en las radio comunicaciones producido por perturbaciones de nuestra ionosfera causadas por la actividad del Sol. Las partículas que entran también ionizan los átomos de la atmósfera más baja y la captura de los electrones expulsados de los átomos en estas regiones produce despliegues de auroras muy dinámicas y brillantes.
A latitudes más bajas, las partículas del viento solar no pueden penetrar muy cerca de la Tierra, pues son capturadas en las líneas del campo magnético que en estas regiones son muy horizontales. Las partículas capturadas giran alrededor de nuestro planeta, formando un anillo de corriente muy intensa. El campo magnético inducido por esta corriente altera de manera muy importante el campo ambiente en la magnetosfera y en la superficie de la Tierra. Esta perturbación, que se precipita en algunas horas y tarda varios días en disiparse, es a lo que se le llama una tormenta magnética o geomagnética. Durante una tormenta magnética, los aparatos, tanto de navegación como de exploración, que se orientan con el campo geomagnético dejan de ser de su utilidad y las variaciones del campo magnético inducen corrientes eléctricas en toda la atmósfera e incluso en el subsuelo. El calor disipado por estas corrientes puede producir daños cuantiosos en instalaciones eléctricas y estructuras metálicas.
Aunque una tormenta geomagnética es un fenómeno global, no se siente con igual intensidad en todas partes sobre la superficie de la Tierra, sino que es mucho más intensa en regiones cercanas a los polos norte y sur. En el hemisferio norte, esta zona cubre Canadá, el norte de Estados Unidos y el norte de Europa y Asia. Si la perturbación magnética es muy intensa, estas zonas pueden ir hacia latitudes más bajas. En 1989, el año del pasado máximo solar, ocurrió una tormenta tan intensa que afectó parte de nuestro país y se observaron resplandores aurorales en Cancún.
La bomba E:
"La bomba electromagnética que los Estados Unidos podrían probar en Irak"
Viernes
13 de septiembre de 2002 "le point" Philippe
Barraud.
Conocida desde 50 años, la bomba-E
sería el arma ideal del siglo XXI Simple, pequeña, barata, puede destruir inmensas redes
eléctricas e
informáticas.
Irak, anuncia la revista francesa "Le point" en su ultimo número, podría hacer los gastos del ultimo nacimiento del arsenal americano: la bomba electromagnética, o bomba a micro-ondas. Su principal efecto consiste a paralizar, o incluso destruir, todos los sistemas eléctricos y de comunicaciones situado en su radio de acción: computadoras, redes de teléfono y eléctricos, radio, televisión y radares... Los efectos varían según la dosificación del rayo y la distancia de explosión. Aunque la meta principal es hacer al adversario militarmente sordo y mudo, estas bombas pueden matar evidentemente, consecuencia inevitable del efecto de las micro-ondas sobre las células a cuya agua se calienta.
La bomba-E es una realidad
conocida desde ya hace tiempo, y ha hecho el objeto de publicaciones muy
abundantes de parte del ejército americano. Las U.S Air Force incluso puso públicamente sobre la Web las direcciones, los presupuestos en dólares
muy cercanos de la realidad, y las fotografías de los laboratorios dónde
tienen lugar estas investigaciones, la Alta
Energía Investigación y Tecnología Facilty, en el fondo de un cañón de
las Montanas del Manzano en el (Nuevo
México).
Los investigadores rusos se interesan ya desde 1949, pero es en 1962 que se ha
observado por la primera vez un verdadero efecto electromagnético de gran
tamaño. La explosión de una bomba de 1.4 megatónes
sobre el Pacífico se siguió por la destrucción de equipos de satélites, y la
puesta fuera de servicio de radio comunicaciones a alta frecuencia sobre el océano
durante 30 minutos. Los militares asieron al interés de la cosa inmediatamente,
pero el lado sucio de armas nucleares ha obstruido de utilizarlas a este fin.
Hoy, varios países son capaces fabricar estas bombas-E, quedando bastante simple y de tamaño reducido. Los rusos
y americanos están especialmente avanzados en este dominio, pero es probable
que de otros países como la (China,
Francia...) estén ocupados en ello.
¿Cómo funciona?
En el momento de la explosión, la bomba
produce una tormenta "electromagnética"
extremamente poderosa pero muy breve (un
asunto de nanosegundos). Este flujo macizo es dirigido hacia un blanco que
puede ser un puesto de comando, un buque de guerra, centros de comunicación o
una ciudad entera. Esto puede hacerse desde un proyectil, o más meramente de un
zumbido, un artilugio volante sin piloto y relativamente barato. Las HPM
(High Power Micro-waves) también
podrían ponerse servicio a partir de los vehículos terrestres, o ser lanzadas
bajo la forma de munición de artillería, cáscaras de morteros, e incluso
granadas de mano disimuladas. En el momento de la explosión probablemente inaudible, se
dañarían gravemente los circuitos eléctricos, las memorias y los sistemas de
operación de computadoras. Por lo que pueden por consecuencia provocar no
solamente averías de comunicaciones, sino verdaderas catástrofes, bloqueando
el control de centrales nucleares o de redes hidráulicas, la provisión de
energía, y paralizando los servicios de emergencia y las prensas informativas.
Hoy, diversos procedimientos nos permiten de producir flujos electromagnéticos
de algunas decenas de terravatios, es decir, el equivalente a millones de relámpagos. Llevan
nombres de ciencia-ficción: el magnetrón, el klistrón relativista, el tríodo de reflejo...
Pero el dispositivo más eficaz se llama "vircator", un artilugio que un experto militar
australiano, Carlo Kopp, califica de
simple, barato y robusto, y capaz de producir micro-ondas de algunas decenas de
gigavatios. El "vircator"
se presenta bajo la forma de un cilindro.
La electrónica, el talón de Aquiles de las armas
Según Carlo Kopp, las bombas
electromagnéticas pueden modificar de manera significativa los equilibrios de
las fuerzas militares en todas las situaciones dónde uno tiene beligerantes, o
los dos, apoyándose sobre tecnologías basadas en semiconductores. Sobre todo,
dándose cuenta de la tecnología militar moderna, la bomba electromagnética
asegura al que la posee romper rápidamente los sistemas militares, económicos,
o incluso políticos del adversario.
No es sorprendente que el ejército
americano dedique presupuestos importantes a la investigación de la bomba-E, en la medida que es el ejército más directamente
amenazado del mundo por esta nueva arma. Esta podría volverse de aquí a poco
tiempo "el arma de las personas pobres", o incluso de terroristas,
debido a la simplicidad relativa. De hecho, el ejército americano depende
fuertemente de la electrónica. Por ejemplo, 90%
de las comunicaciones pasan por las redes públicas. "Lo que significa o
que escribía Sun Tsu hace ya 2000 años
va finalmente ser posible: derrotar a un
enemigo sin tener que luchar con el", explicaba el general
lugarteniente Robert L. general
Schweitzer ante la Convención, hace años.
Protegerse de la bomba-E es posible,
pero muy difícil y caro, porque un sólo cable no protegido puede llevar el
corto circuito dentro de una red entera eléctrica. La ironía de historia: las
únicas redes a toda prueba son aquéllas que Rusia heredó del sistema soviético,
como ese de la fibra óptica...