En el comienzo de las comunicaciones por satélite, se utilizaban órbitas elípticas, debido a la falta de potencia de los cohetes lanzadera para llevar los satélites hasta la altura suficiente. Esto, obligaba a tener que utilizar estaciones receptoras muy costosas debido a que éstas tenían que tener equipos de seguimiento muy complejos. En 1945, el científico norteamericano Arthur C. Clarke, finalizó con éxito los estudios que permitieron determinar una órbita alrededor de la tierra desde la que se pudieran establecer comunicaciones directas con antenas fijas.

    En ésta órbita, situada a una determinada distancia de la superficie terrestre (concretamente del ecuador) es donde están situados los satélites geoestacionarios (artificiales), con la misma velocidad de rotación de la Tierra (una vuelta en aprox. 24 horas, de forma que permanece estacionario con respecto al mismo punto de la Tierra y es “visible” para bastante superficie de la misma). En la figura se muestra este concepto.

Distancia del satélite a la tierra

    Los satélites geoestacionarios están situados en el plano del Ecuador terrestre, por tanto están en órbita ecuatorial, y giran en el mismo sentido y a la misma velocidad angular que la Tierra. Para cumplir este requisito, la distancia a la que se ha de colocar el satélite sobre el Ecuador de la Tierra es de 35806 Km.